domingo, 23 de septiembre de 2012

Las Etiquetas

Me refiere a la mania de algunos profesionales de hablar de los niños diagnosticados como si fueran nombres de sucursales bancarias o de sindicatos: TDH, TGD,AC,...
Soy PT, es decir una profesora terapéutica que trata cada día con niños que vienen diagnosticados de los equipos de orientación de zona (los EOES) y a comienzo d curso recibo cada niño con su carpetita en la que se presentan escuetamente con unas siglas que intentan definirlos. No es que esté en contra del diagnóstico ni mucho menos, lo que estoy e contra es de que se les de una etiqueta y se les clasifique sin tener en cuenta que son mucho más que una prenda de vestir,
Cuando me dicen que este curso tienes dos autistas, otros dos con retraso general del desarrollo, un down, y dos retrasos cognitivos leves... y han finalizado su misión....tú miras incrédula la lista y te preguntas ¿qué es esto? Lo que tengo es quince niños con problemáticas diferentes y conocerlos uno a uno requiere tiempo, paciencia y cariño incompatibles con las demandas de profesores sobrecargados, padres desorientados y niños deseosos de encontrar alguien que los comprenda.
En una enseñanza reglada, organizada al minuto para permitir compaginar profesores que salen de su aula para dar música en la clase de enfrente, temarios que ocupan rígidamente los nueve meses con programaciones quincenales que debemos cumplir escrupulosamente para que el inspector y la auditoría no encuentren nada que reclamarte, tutorías con padres que se desentienden cuando les hablas de educación porque esa es "tu función", ¿cómo encajan los diferentes?
Claro que mi autista puede aprender a dividir, pero necesita un programa interactivo en su ordenador que lo motive, una profesora que sepa manejar ese programa y, sobretodo, una red de internet que llegue a su aula, y conseguir todo eso es un reto, más aún cuando hablo de un solo niño en un aula de 30.
Claro que mi down puede aprender a leer con un método globalizado, pero necesita que prepare un blok con fotos de su entorno, con su seño, con su hermana,...que pueda sentarme con ella a escuchar cómo lo pasó este fin de semana y jugar a la pelota para que disfrute cuando consigue atraparla.
Claro que aprenderá a escribir este niño con retraso general del desarrollo cuando pueda conseguir que meta las cuentas en el cordel mientras su clase de 2º de primaria ya está dando las tablas.
Al principio de curso un profesor medianamente responsable debe de estar asustado de ver la responsabilidad que se le echa encima. Sólo conocer a sus alumnos ya es un reto, darle a cada uno lo que necesita es una hazaña, hacerlo sin posibilidad de alguien que te ayude en clase en los momentos puntuales, sabiendo que si te resfrías no deberías quedarte en casa porque no pondrán un sustituto que siga tus pasos, que si uno de tus alumnos se queda atrás u otro ya se sabe lo que estás dando la programación se va a pique y tú te vuelves loco mientras que uno te pide más de lo mismo y otro algo más que le estimule.
Solo los locos o los irresponsables no se asustan al pensar en el curso que comienza y sin embargo, algunas personas hacen una lista en la que te dicen: dos TGD, tres TDH, cuatro DIS, un AC...y han terminado su misión.
¿Y ahora qué?. Ahora comienza el espectáculo. Bienvenidos a la función. Intentaré hacer mi papel lo mejor posible pero, al contrario del teatro, si no te gusta lo que recibes no puedes criticar en la puerta sin más, las consecuencias las veremos más adelante, como ahora vemos las de otros que realizaron su función hace años: niños desmotivados, un alto fracaso escolar,  una aceptación de la falta de cultura, del rechazo a la lectura entre los jóvenes o de la escritura pobre y sin vocabulario.
En la enseñanza todos estamos implicados, debemos asumir nuestros papeles y exigir los medios para llevarlo a cabo. Está gestándose una nueva reforma educativa, miden la calidad con más exámenes. Pregúntele al profesor si el niño aprendió a escribir y a leer, si vibra ante una poesía o se emociona con un problema de matemáticas que le supone un reto; pon más personas para luchar por esos objetivos y no te harà falta más personas para corregir exámenes; dame tiempo para estar con mis niños, para conocerles, para preparar el material que les conviene a cada uno, para enseñarles como a ellos les vale que le enseñe y yo misma te diré si han alcanzado los objetivos. Si lo único que me vas a dar son más exámenes no me des otra reforma.

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